Proyecto piloto y emblemático para la dinamización del medio rural ante el reto demográfico y la despoblación
Castillo de Bañares
Completamente arruinado, en la salida del pueblo hacia Logroño. Formaba un rectángulo de muros espesos, con cubos cilíndricos en los ángulos y junto al ingreso abierto en dirección este. Se observan también otros dos cubos, en dirección norte, que tal vez flanqueaban un segundo portón. Estaba rodeado por un foso. La torre del homenaje, adosada al muro sur, presenta paredes de tres metros y medio de anchura. La fortificación, gótica, se construyó en la Baja Edad Media. Poseía comedores y aposentos subterráneos que aún están hoy por descubrir. Fue posteriormente demolido, a lo largo de los años, para vender la piedra de construcción.
El frontón más antiguo de La Rioja
Al menos, en pocos lugares se puede presumir de que su frontis esté formado por losas del siglo XIV. Así sucede con el antiguo frontón de Bañares que aprovechó para este fin la pared meridional de la torre mayor del castillo de los condes.
La fortificación se levantaría entre los siglos XIV y XV; pero, por falta de mantenimiento, se iría deteriorando a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Utilizada durante siglos como cantera, hoy se presenta como una ruina arqueológica. Entre las construcciones posteriores, podemos reconocer la planta cuadrangular de un castillo, con la torre mayor en un rincón, rodeado por un foso en el que hoy crecen las hortalizas.
Dedicatoria en el quijote
¿Qué relación existe entre Bañares y El Quijote?
No es preciso pasar muchas páginas de esta obra maestra de la Literatura para encontrar la respuesta. Tan sólo hay que llegar a la dedicatoria de la primera edición. Corría el año de 1605 y Miguel de Cervantes, necesitado de mecenazgo, la ofreció a un destacado miembro de la nobleza española: Alfonso López de Zúñiga, que ostentaba, entre otros títulos, el de conde de Bañares.
El condado fue creado por Enrique IV de Castilla, en 1469, y recayó en Álvaro de Zúñiga y Guzmán. Para entonces, Bañares ya era la cabeza de un estado señorial sobre el que la familia Zúñiga ejercía la jurisdicción desde fines del siglo XIV. Las ruinas de su castillo son mudos testigos del ascendente que tuvo la familia sobre la villa.